Ella tomó una idea y la hizo en
grande. Dylan Lauren, hija del icono de la moda, Ralph Lauren, ha
hecho de los dulces un estilo de vida, una moda que apasiona a
chicos y grandes.
Con las tiendas que llevan por nombre Dylan´s Candy Bar, el mundo
de chocolate y caramelo imaginado por el escritor de historias para
niños Roald Dahl ya es algo palpable; sólo que a esta tierra de la
melcocha y el glamour, entran todos.
Con sus dulcerías, Dylan Lauren ha
realizado uno de sus más anhelados sueños: hacer lucir los dulces
aún mas irresistibles y que fascinen por sus diseños.
Pasos afortunados
Como la sucesora de un emporio de
ropa y fragancias, Dylan Lauren pudo hacer fama en el negocio
familiar, pero decidió emprender uno propio.
La única hija del diseñador se
graduó en la Duke University, tiene una especialidad en Historia
del Arte, y con su negocio ha combinado dos pasiones: el dulce y el
arte pop. Admira a Andy Warhol y a Claes Oldenburg, quienes
trabajaron alguna vez con envolturas de dulce, y la inspiraron para
hacer arte en torno al caramelo.
De niña le encantaban todas las
golosinas rojas: chicles, gomitas, pastillas. Dylan pasó un año en
Europa y ahí se dedicó a coleccionar piezas de dulce provenientes
de varios países.
Una vez que terminó su educación,
comenzó a utilizarlas como su materia prima para hacer esculturas.
En ese camino se topó con artistas que hacían obra en chocolate
para eventos especiales; maravillada con ese trabajo, los buscó en
todo el mundo para empaparse de esa industria.
En junio de 2000, conoció a Jeff
Rubin, quien había instalado un departamento de caramelo llamado
FAO Schweetz dentro de FAO Schwarz, una famosa juguetería de Nueva
York. Ambos se aliaron y desarrollaron el concepto de una tienda
que ofreciera golosinas muy exclusivas. Todo debía ser bellamente
empacado y habría piezas artesanales como chocolate belga y dulces
de épocas pasadas que llenaran de nostalgia a los clientes. Los
locales debían parecer salidos de un cuento.
La primera dulcería fue inaugurada
en el 59 de la Tercera Avenida, en Nueva York. Como todo negocio
que inicia, no se sabía si tendría éxito, pero siendo ella una
personalidad con un proyecto prometedor, era difícil pensar en el
fracaso.
Dulce mundo de fantasía
La dulcería abierta en la Gran
Manzana rompió toda expectativa. Esto se debió a los cientos de
detalles que adornaban el establecimiento, todo para encantar a los
adictos al dulce.
Al entrar, el gran surtido de
productos sobrecoge. Dylan´s Candy Bar tiene 4 mil diferentes
(incluyendo 21 colores de M&Ms y 16 sabores de Skittles), 300
sabores de helado y un mar de algodón de azúcar.
Los anaqueles están adornados con
paletas de caramelo de dos y tres metros de altura, conejitos de
chocolate gigantes, banquitos con forma de caramelos de menta
blancos a rayas rojas y mesas que ostentan bajo los vidrios cientos
de chicles bola. Y por si fuera poco, se pueden escuchar canciones
de fondo como "Sugar, sugar".
Es una tienda donde la decoración
cambia con la temporada, los colores son los de moda, hay golosinas
inspiradas en las películas más taquilleras y los empaques están
hechos al estilo Lauren. Se venden productos con la marca de la
casa y de otras más conocidas como M&Ms, Pez, Dubble Bubble,
Wonka, y Jelly Belly.
La decoración de las tiendas es como
el gran sueño de Hansel y Grettel o como la fábrica de Willy Wonka,
todo lleno de brillantes colores, atractivos no sólo para niños,
sino para cualquiera que entre. Uno de los propósitos de su dueña
ha sido crear tiendas similares a Disneylandia.
Actualmente Dylan Lauren tiene
abiertas cuatro sucursales -además de la matriz-: una en Garden
City, Nueva York, dos en Orlando (una dentro de Bloomigdales) y
otra más en Houston, Texas.
Prendas exquisitas
Con una fuerte influencia de la
moda, Dylan decidió relacionar la tendencia en ropa con sus
productos. Uno de los vínculos lo ha hecho con las playeras polo de
su padre, Ralph Lauren, cuya gama de colores utilizó.
Además de la confitería, se pueden
adquirir prendas y accesorios como tank tops, pijamas, almohadas
con forma de dulces y chocolates, gorras, sandalias, chamarras,
pants o sombrillas. En algunas sucursales hay cafeterías donde se
ofrecen helados y postres flotantes.
La idea de Dylan parece inagotable.
Ahora desarrolla una línea de accesorios para spa (velas, gloss y
productos de belleza) y ropa para baño, que venderá en las
dulcerías.