Para deleitar
el paladar con tacos al carbón, parilladas, gringas, alambres,
chalupas, sopes, ensaladas, sopas y carnes, desde el sábado 22
pasado abrió sus puertas, el restaurante "El Fogoncito", donde
confluyen las calles 61 y 62 del Centro Histórico.
Es el tercer
establecimiento de la franquicia del grupo Urba en la capital
yucateca. El primero se encuentra en Paseo de Montejo y el otro en
el Food Court de Altabrisa. Gabriela Romero Bolio de De Pedro,
gerente de mercadotecnia, detalla que el nuevo restaurante tiene
capacidad para 90 personas. Cuenta con menú de platillos, bebidas,
aire acondicionado, pantallas de televisión y música ambiental. Una
de sus características es la decoración de sus mesas.
A simple
vista parece que no tienen nada, pero cuando uno se sienta se puede
ver debajo del cristal una decoración típica mexicana, en las que
aparecen botellas de tequila, caballitos, chiles, entre otros
elementos. Exquisiteces El menú de "El Fongoncito" tiene de todo
para deleitar el paladar: Chalupas poblanas, taquitos dorados,
chicharrón con quesos, guacamole, cebollitas asadas, nachos,
ensaladas cesar, consumé de pollo con arroz, crema poblana, así
como diferentes carnes: arrachera, tampiqueña y asada. También las
gringas, parrillada fongocito, rajas con quesos y cazuelas de queso
fundido, sin faltar los tacos de pastor, bistec, costilla, chuleta,
cecina, chuleta ahumada, pollo encebollado, quesadillas y frijoles
charros.
La historia
de "El Fogoncito" comenzó con el auge que tuvieron los tacos en
México junto con la llegada de los atletas del mundo, en los Juegos
Olímpicos de 1968. Al sur de la ciudad de México, en la zona de
Mixcoac, en la Avenida Revolución, el 22 de agosto de 1968 se abrió
"El Fogoncito", fundado y dirigida por Martha Ávalos de Rocha. Tras
su éxito, en 1992 comenzó con el esquema de franquicias, incluyendo
el interior del Estado y países de latinoamerica.
"El
Fogoncito" fue donde nacieron las "gringas". En Anzures, donde el
restaurante había abierto su segunda unidad, era una zona de
estudiantes, muchas de ellas estadounidenses, entre las que se
encontraban deportistas como Sharon Smith. Como éstas no
distinguían bien entre las tortillas de maíz y las de harina,
siempre pedían sus tacos con "las tortillas más blancas y con
queso". Así, los visitantes nacionales locales comenzaron a pedir
"lo mismo que la gringa" o "como la gringa", hasta que el
restaurante bautizó el platillo como "gringas". Este hecho fue
reconocido por el Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual,
que otorgó el reconocimiento a "los creadores de las gringas de
México". Claudia Ivonne Sierra Medina.